Conocemos la historia y las leyendas en torno a ella: desde mediados del siglo XX, Fidel Castro ha sido una figura fundamental en Latinoamérica. Sus largos discursos se volvieron célebres, se transformaron en el evangelio de la lucha; la revolución cubana fue un faro para la izquierda de la región. En plena Guerra Fría, con el enfrentamiento entre Estados Unidos y la Unión Soviética, un régimen comunista a unos cientos de kilómetros de Miami se convertía en una afrenta difícil de tolerar. Un auténtico icono marxista.
Pero acaso todo esto sea un muy aceptado y cómodo malentendido. Una revisión estricta del corpus ideológico de Fidel Castro, de su formación, de su vida, de su universo moral y de sus escritos, tan cargados de ascética religiosidad, revela otra cosa: la base de su pensamiento es el catolicismo acendrado, fruto de la herencia hispánica de su familia y de la educación de los jesuitas. Y sobre ello asienta el marxismo, acérrimo hasta su muerte. Así se explica mejor lo que combate y desprecia: la modernidad liberal, la democracia representativa, las libertades individuales, la economía de mercado. Y, por encima de todo, Estados Unidos, la quintaesencia de estos valores de raíz protestante que se extendieron por todo Occidente.
Loris Zanatta demuestra en este libro, un análisis brillante y exhaustivo, al tiempo biografía de Fidel Castro y ensayo histórico sobre Cuba y su influencia en América Latina, cómo se fusionaron en su ideario el populismo latino de raigambre antiliberal, el comunismo y la utopía cristiana, y de qué manera ello derivó en un estado totalitario y una economía de subsistencia. Al final de su vida, la prosperidad que la revolución había de traer fue reemplazada por alabanzas a la pobreza evangélica y a la unión de católicos y musulmanes contra el pecado capitalista.