Luis Martínez de Irujo (1919-1972) contrajo matrimonio con Cayetana Fitz-James Stuart, futura duquesa de Alba, en 1947. Desde entonces, el peso del nombre y la pervivencia de la Casa de Alba marcaron su destino.
Su vida transcurrió entre el legado de su suegro Jacobo y la personalidad de su mujer. Luis parecía condenado a palidecer ante estas dos brillantes personalidades. Sin embargo, sus decisiones en distintos ámbitos resultaron decisivas para el futuro del ducado.
Su prematura muerte provocó una conmoción profunda en Cayetana y sus hijos e hizo que su figura cayera en un injusto olvido. Esta exhaustiva biografía de José Miguel Hernández Barral —que ha buceado en la ingente documentación del gran archivo familiar— era necesaria para recuperar el legado de un hombre poco dado a figurar, cuyo compromiso y acertada gestión del patrimonio, económico y cultural, consiguió la continuidad de la Casa de Alba y su adaptación al cambio de los tiempos.