Se recogen aquí las cartas a las más significativas corresponsales de Virginia Woolf, como su hermana Vanessa, y sus protectoras, amigas o relaciones literarias y editoriales más importantes: Violet Dickinson, Vita Sackville-West, Victoria Ocampo, Katherine Mansfield y Ethel Smyth.
Estas cartas forman una conversación, una membrana móvil sin un dibujo reconocible, salvo en el reenvío permanente de las imágenes de unas corresponsales sobre otras. Todo se interrumpe en ellas con fragmentos de informaciones cuya única función es una alianza episódica con la destinataria en los juegos de poder. Alianzas ambiguas en W: es mujer –subordinada– pero pertenece a una clase que domina; sobre criadas y cocineras, sobre proveedores o transeúntes: los pobres. Cuando conversa, como en las cartas a sus amigas, habla con soltura de esas ambigüedades. Son parte explícita de un azar controlado. Y una carta es, hasta cierto punto, azar y control a la vez.