Pocos monjes del Oriente cristiano suelen descubrir abiertamente el secreto de su propia alma, en parte por humildad y en parte por su lucha ascética contra toda forma de psicologismo subjetivo. Pero cuando la oración, como en el caso del monje Sophrony, atraviesa todas las capas del alma y entreteje una biografía humana con la eternidad, resulta imposible no narrar la propia experiencia y testificar la victoria de la gracia, a fin de alentar a los que buscan en medio de sus dificultades al Absoluto.
Esta obra es el testamento de un orante sobre la fuerza y la grandeza de la oración. Presenta en la primera parte las dimensiones de la oración: el encuentro con el Dios vivo y personal, la experiencia de la miseria humana y la conmoción interior por la ternura de la misericordia de Cristo.
En la segunda, condensa todas ellas en la sencillez de la práctica oriental de la oración a Jesús. No en vano, quien se entrega por completo a la plegaria recibe como un don acceder a la profundidad del propio corazón y caminar hacia espacios inimaginables.