El viajero se puede sentir abrumado por un sentimiento particular al acercarse a las tierras de Etiopía: la fascinación. Territorio de fuertes contrastes geográficos, climáticos y culturales, y cuna de una increíble diversidad de poblaciones, la identidad de Etiopía se basa en mitos y leyendas que todavía están profundamente arraigados en el inconsciente colectivo.
Considerada la cuna de la humanidad desde el descubrimiento de Lucy en el valle de Omo, la Etiopía contemporánea alberga más de ochenta pueblos distintos, cada uno con su propio idioma y cultura, y una de las amalgamas étnicas más ricas del mundo. En esta increíble diversidad, el país ha podido desarrollar una cultura nacional y forjar estrechos lazos entre sus pueblos. La riqueza de Etiopía reside también en la diversidad de su patrimonio geográfico e histórico: las iglesias monolíticas de Lalibela y Tigray, los impresionantes paisajes de los macizos de Simien y Bale, que alcanzan casi los 4600 m, los castillos medievales de Gondar, el desierto y las regiones lunares de Danakil...