Quedarse prendado de la ensoñadora belleza de sus piazzas y palacios barrocos, de sus colores alegres, de los altos pinos que asoman sobre sus emblemáticas ruinas… Roma fascina, no solo por el ambiente de teatralidad que rezuman sus históricas calles, sino por pequeños detalles como el aroma a café recién molido que desprenden las cafeterías, las trattorias a la vieja usanza o el carácter seco de sus gentes.