Desde la Antigüedad clásica hasta nuestros días, este singular libro cuenta la historia y las curiosidades de un objeto querido por los amantes de la lectura y los libros de todos los tiempos: el marcapáginas. Si para san Agustín el dedo índice era la mejor manera para ello ¿qué utilizamos desde entonces para señalar dónde dejamos de leer un libro momentáneamente? ¿Alguna vez prestamos atención a ese objeto –un billete de metro, una flor seca, una postal o una cinta de seda– que nos permite encontrar el punto donde detuvimos la lectura? Entre el marcador de emergencia –como el clásico y vilipendiado dobladillo de una esquina de la página– y algunas preciosas obras de arte, los marcapáginas son para muchos lectores objeto de colección.