Rusia se anexionó Crimea como reacción al derrocamiento en Ucrania de su presidente afín al Kremlin y, desde entonces, voluntarios rusos asisten a las regiones orientales ucranianas, con fuertes minorías rusas, en su lucha armada por la secesión. Ello enfrenta a Rusia con Ucrania, la Unión Europea, los Estados Unidos y la Organización del tratado del Atlántico Norte, y repercute en otros focos de tensión (Siria, Corea, Irán o los Balcanes). Con ello se dan las condiciones para un error de cálculo de fatales consecuencias.
Ante un Occidente al que estima en decadencia, el presidente ruso considera irrenunciable devolver a su país el rango de Gran Potencia, consolidando frente a la UE y la OTAN el “Mundo Ruso”, conjunto de pueblos bajo la férula de Moscú que comparten valores tradicionales, ortodoxos y culturales, así como intereses políticos, económicos y sociales, salvaguardados mediante el fortalecimiento de la “vertical del poder”.
Rusia se configura, por tanto, como un Estado-civilización, con fronteras ampliables según lo requiera la protección de los rusos dispersos por Eurasia. Ello choca con la visión, también irrenunciable para el Occidente, basada tanto en principios jurídico-políticos tradicionales (integridad territorial de los Estados, libertad para decidir a qué organismos internacionales deben pertenecer, inviolabilidad de las fronteras, elecciones libres, libertad de prensa, etcétera), como en nuevos y polémicos valores morales (secularismo, ideología de género, admisión de modelos alternativos de familia, etcétera).
Ucrania es el principal campo de enfrentamiento de ambas concepciones, que constituye el mayor peligro para la paz mundial. Este libro muestra cómo hemos llegado a esta situación y cómo podríamos salir de ella.