Lambert Strether tiene cincuenta y cinco años, es viudo y está prometido con una viuda de Woollett, Massachusetts, la cual lo manda a París con una delicada misión: rescatar a su joven hijo Chad, que lleva allí seis años y últimamente ya ni escribe. Chad está destinado a ser un pilar del prosperísimo negocio familiar y es importante que vuelva y que además se case con una señorita decente de Nueva Inglaterra. Los embajadores (1903) –que aquí presentamos en una nueva traducción de Miguel Temprano García– era para Henry James su novela favorita y constituye sin duda un hallazgo excepcional: quizá la única novela de formación protagonizada por un hombre de cincuenta y cinco años.