El príncipe Nejliúdov está decidido a mejorar las vidas de los campesinos que trabajan las tierras de su familia. Convencido del éxito de su misión, el joven aristócrata desoye las voces de sus familiares que pretenden disuadirlo y, sin concluir sus estudios, regresa a la finca familiar para poner remedio a las dificultades de los campesinos. Este relato de trasfondo indudablemente autobiográfico publicado originalmente en 1856—en la misma época en que Tolstói sentaba las bases de su singular concepción de las relaciones entre el campesinado y la aristocracia rural—constituye un testimonio del empeño del escritor por contribuir a la renovación de la Rusia rural, entendida como un regreso a una vida más sencilla y fiel a los preceptos cristianos, y a un estado más bondadoso de la humanidad.