El doctor Frankenstein se deja llevar por su pasión por la filosofía natural y el progreso científico al margen de su ética o su moral. Cuando ve el horrible engendro al que ha dado vida a partir de la materia muerta, y se da cuenta de su error, ya es demasiado tarde. La criatura en realidad tiene sentimientos humanos y descubre el amor por la vida y los otros seres vivos, pero tras sufrir la soledad, el rechazo y el odio debido al horror que inspira en los demás, se irá «deshumanizando», buscará venganza y reclamará del doctor Frankenstein que asuma su responsabilidad como creador. Pero Frankenstein está sumido en la desesperación y la culpa por haber creado un demonio asesino que va acabando con todo lo que él ama.