El médico de su honra y El alcalde de Zalamea encabezan, junto con La vida es sueño, el canon de la dramaturgia seria calderoniana. Si en la primera de estas dos obras se reivindica el derecho de los villanos al honor –un honor que es dignidad de la persona, y que se conquista con el esfuerzo, el trabajo y la virtud–, en El médico de su honra se muestran los efectos devastadores del necesario mantenimiento del honor estamental. Ambas tragedias, que por eso lo son, dramatizan los resultados de los abusos de poder y el precio que el vasallo (el individuo, en una perspectiva más moderna) tiene que pagar para oponérseles. Los estudios de Fausta Antonucci (El médico de su honra) y de Juan Manuel Escudero (El alcalde de Zalamea) profundizan en las muy diversas interpretaciones que han recibido las dos obras, de las que se ofrece en este volumen un texto depurado y anotado a la luz de las últimas aportaciones críticas.