"Cuando yo era chico, en los primeros años cincuenta, vivía en Pringles un artista pintor con ese prestigio ambiguo que se ganan en un pueblo los que practican actividades improductivas. No es que este hombre fuera un pintor y nada más, eso habría sido demasiado raro para la época y el lugar. Era un vecino antiguo como cualquier otro, integrado a la gran familia del pueblo, retirado del comercio, viudo, con hijos grandes que se habían ido, como emigraban tantos jóvenes en busca de horizontes que no les ofrecía Pringles. Como me fui yo también, cuando llegó la hora. Entonces era muy chico, de estas historias me enteré por cuentos, y las completé a mi modo, con reflejos de lecturas y con la desenvoltura que me dio la naciente vocación literaria."