Una novela sobre la soledad y la vida salvaje, por la ganadora del Premio Jaén de Novela: una nueva y poderosa voz en Lumen.
«No sé si se puede vivir para uno mismo. Tal vez no sea posible, aunque lo intentes toda la vida, aunque te destierres una y otra vez, aunque te confines en tu propio mundo lo más apartado posible del resto de la humanidad».
Le llaman Escolta. Arrastrando la marca de Caín y con el corazón destrozado, se instala en una cabaña a las afueras de un pueblo de montaña. Su intención es dejarse llevar, mansamente, hasta el final de sus días. En un proceso de autodestrucción controlada comienza a usar como combustible los libros que siempre le habían servido de compañía, y con ello enciende una voz que grita toda la rabia, la soledad y el desconsuelo posibles.
Este es su diario: unos cuadernos escritos a lo largo de unos meses en los que va apuntalando a sus fantasmas en una pira y prendiéndoles fuego para no abandonarlos al futuro, pero sobre todo es la crónica de una sanación, de una búsqueda instintiva de la felicidad.
La última cabaña es una historia cruda y desnuda en su sinceridad, narrada por una voz de fuerza arrolladora.
La crítica ha dicho:
«Con una escritura absolutamente deslumbrante, Yolanda Regidor nos cuenta cómo se puede salir del abismo palabra a palabra».
Rosa Montero
«La última cabaña es una novela llena de intensidad, de misterio y de abismos. Un viaje a los escondites y los enigmas del pasado, donde hay amor y hay violencia aún palpitantes. Una historia con arenas movedizas, en donde una voz en primera persona revela una manera de vivir y de sentir que no dejará indiferente al lector».
Manuel Vilas
«La historia de un hombre abandonado a sí mismo que busca, a través de la pureza de la soledad, tocar una limpieza que hace tiempo le es ajena. Un viaje al centro de la quietud.»
Zenda
«Una de las novelas más extremas de la literatura española más reciente [#] que demuestra que en el silencio de la naturaleza la pena puede aullar con más fuerza pero que también existe brea lo suficientemente consistente como para ayudar a enhebrar la más antigua y profunda de las heridas.»
Octavio Gómez Milián, Zona de Obras