Misterio, sarcasmo y suspense en una historia muy bien urdida que no vas a poder parar de leer
Sofía Amoretti, consejera delegada de Konigsberg Advisors, espera en la T4 del aeropuerto de Barajas a que su equipaje salga por la cinta tras el enésimo viaje transoceánico a Filadelfia, a la sede central de su empresa, cuando ve a su padre a lo lejos. ¿Cómo es posible? Ha debido de confundirse: Emilio Amoretti murió hace diez años.
Sofía, que lleva un tiempo conviviendo con sus propias contradicciones con la única certeza de que su vida no va bien, interpreta la confusión del aeropuerto como una señal de que ha llegado el momento de cambiar de rumbo. Sin pensárselo demasiado, deja su trabajo, rompe con su pareja, adopta un pastor alemán al que llama Carver y se muda a su Laredo natal con la única intención de reflexionar, descansar y seguir con sus sesiones de psicoanálisis.
Pero, recién instalada en Laredo, ahí está de nuevo ese hombre. Una vez, vale, pero ¿dos? ¿Es posible que su padre no haya muerto?
Aquí comienza una búsqueda en la que los lectores de Playa Soledad acompañarán a Sofía Amoretti, una mujer a contracorriente, ingeniosa y divertida, por los entresijos de una familia de la burguesía industrial cántabra; una búsqueda que, entre otras cosas, la convertirá en la principal sospechosa de un asesinato que tendrá que resolver si quiere demostrar su inocencia.
Los lectores opinan:
«He disfrutado mucho de esta novela, que me ha recordado a las de mi querida Agatha Raisin. Una lectura que pide manta y taza de té», Carla Montero.