El diario en Instagram de un año de pandemia: lo cotidiano y lo extraordinario contado por una de nuestras mejores narradoras.
El lector tiene en sus manos el diario de una escritora durante el primer año de la pandemia. Un diario peculiar, ya que lo escribió en sucesivas entradas de Instagram, bajo el hashtag #ParteDeMí. La primera entrada es del 17 de abril, un mes después de que se decretase el confinamiento, y la última, del 31 de diciembre. En cada entrada, una imagen: en la primera aparece la caja de los hilos de la abuela, una caja que forma «parte de mí», como el resto de las cosas que irán surgiendo. Así, se suceden la gata, los libros de la biblioteca, viejas fotografías familiares; imágenes del padre y sus pinturas; la sobrina enfermera; la dama que se esconde al otro lado de ciertas instantáneas; la escalera que se abre al mundo exterior y el sol en el balconcillo durante el encierro; un plato de macarrones; la portada de una novela de Agatha Christie en una antigua edición de Molino; las fotos de la bisabuela, de la abuela roja, del día de la boda; postales de Cyd Charisse, Vivien Leigh y Catherine Deneuve... La casa y sus rincones se transforman en aventura y objeto de investigación: el cuerpo, extraño y vulnerable, habita un espacio extrañado dentro de una realidad extraña. Los patos pasean a sus anchas por las calles de Madrid y se escucha el silencio previo al tsunami. Más adelante, imágenes de la recuperación de la «nueva normalidad»: un desplazamiento en tren para acudir a un compromiso profesional; la presentación de un libro en una de las librerías que luchan por sobrevivir a la crisis; la participación en una manifestación por la sanidad pública...
Y cada imagen va acompañada de un texto. Al principio son breves, casi fugaces, y progresivamente van ganando volumen y dando entrada a la reflexión. La escritora va apropiándose irónicamente del medio mientras el medio la vampiriza. Glotona, adicta y caníbal, presenta cultura y vida, fuera y dentro, como alimentos y hormonas que activan su metabolismo. Escritura cuerpo. El paso tímido, cauto, de las palabras se atreve con la carrera vertiginosa. El hilo del costurero de la abuela se tiende hacia el encuentro con los demás para salvar la incertidumbre.
Parte de mí constituye, además, una original campaña publicitaria: pequeñas mujeres rojas, la última novela de Marta Sanz, salió a la venta diez días antes del confinamiento y sufrió su hechizo. Este volumen es la expresión del miedo de una escritora. Del trabajo, la imaginación y la voluntad que pone para que las amapolas de una portada no se marchiten. Es la búsqueda, cómica y desesperada, del aire y del hilo para salir del laberinto. De la felicidad irrenunciable incluso en tiempos de peste. Este es un texto hecho de retazos de vida, objetos, personas, recuerdos, sensaciones, instantes. Es el diario de la cotidianeidad que siguió fluyendo cuando en nuestras vidas se instaló lo extraordinario. Este testimonio, íntimo y común, de un año imprevisible demuestra el talento de Marta Sanz para crear una pequeña joya literaria a partir de lo aparentemente nimio.