Una aburrida tarde de agosto, el farmacéutico de un pequeño pueblo siciliano recibe un anónimo en el que le amenazan de muerte y al que, sin embargo, no da importancia. Pero, días después, el farmacéutico muere asesinado en el monte junto a otro respetable lugareño, el médico Roscio. Mientras los rumores que se desatan causan daños irreparables, y la policía y los carabineros dan palos de ciego, sólo Laurana, un anodino pero culto profesor de instituto, sigue una pista que tal vez conduzca hasta el asesino. Ha descubierto que el anónimo estaba confeccionado con palabras recortadas de un diario católico y conservador, L’Osservatore Romano, pues su logotipo, Unicuique suum –«A cada cual, lo suyo»–, figura en el reverso de los recortes. Y se lanza a hurgar en la vida de sus vecinos.