Elías es un hombre serio e intransigente, pero justo. También es, según la opinión generalizada de quienes lo rodean, aburrido, arrogante y puntilloso. Es, además, dueño de una próspera escuela de hípica, padre de una adolescente complicada —y mucho más problemática de lo que ella le deja ver— y viudo desde hace tres años. Se siente solo, pero eso es algo que está decidido a solucionar.
Beth es distante, esquiva y un tanto cínica. Y guarda un secreto que condiciona su relación con los hombres. Un secreto que la amedrenta y le despierta una sospecha: ella no es como las demás mujeres. Ella está «averiada». Algo que le ha quedado claro tras una amarga relación que también le ha hecho ver que el estado ideal —al menos para ella—es la soltería. Y así está decidida a seguir por los siglos de los siglos, amén.
El problema es que Elías está interesado en Beth. Y es incluso más terco que ella. Y, además de arrogante, es atractivo, carismático e insistente. Y, por añadidura, besa de maravilla.