Emmeline Pershing está dispuesta a hacer cualquier cosa para conservar su adorado hogar; lo único que hace falta es un matrimonio de conveniencia y una pequeña mentira piadosa para cumplir con los estúpidos requisitos de herencia de su familia.
Emmeline y William Pershing han disfrutado de un ideal matrimonio de conveniencia durante ocho años. Su relación es la perfecta combinación de sus talentos y metas. Han establecido vidas separadas y en fantástica armonía bajo el mismo techo, y están satisfechos con esa situación, o eso piensa Emmeline. Si, en secreto, William ha anhelado algo más por parte de su esposa, ha conseguido conformarse con su impresionante talento como anfitriona, que lo ha ayudado a avanzar en su carrera.
Cuando el abuelo de Emmeline, el solitario Duque de Welshire, los convoca para su fiesta de cumpleaños y pide que lleven a sus dos pequeños y angelicales hijos, William se queda estupefacto al descubrir que su muy correcta esposa se ha inventado no uno, sino dos herederos para cumplir con el acuerdo y poder vivir en Winnover. Pero ¿qué podría salir mal si Emmeline y William unen fuerzas y piden prestados a dos querubines para hacerlos pasar por suyos? Así entran en escena George, de ocho años, y Rose, de cinco; los dos huérfanos más rebeldes de Gran Bretaña.
A medida que se desata la locura, su cuidadoso y profesional acuerdo toma algunos derroteros sorprendentemente íntimos. Quizá hace falta perder un poco la cordura para crear el final feliz perfecto.