Minusvalorado un tiempo por razones políticas, encumbrado después por los jóvenes poetas de los ochenta, que lo convirtieron en su maestro, parece llegado el momento de considerar a Manuel Machado (1874-1947) en su verdadero valor, como uno de los grandes de la literatura española. En sus mejores poemas –que no escasean–, se encuentra lejos de haberse convertido en materia de estudio y arqueología para entendidos.
Poeta de muy varios tonos, de impecable técnica, acierta como pocos a unir «la gravedad y la gracia», para decirlo con palabras de Simone Weil, la hondura de la gran poesía de siempre y una ligereza irónica absolutamente contemporánea.
Estas Poesías completas –que prescinden del aparato erudito, que dejan al poema limpio en la página, listo para el disfrute sin interrupciones– son verdaderamente completas. A las que el autor consideró como tales, publicadas con el título de Opera omnia lyrica, se añade un extenso apéndice de «Otros poemas» que incluye sus versos iniciales –los de Tristes y alegres– y su poesía dispersa, en la que no faltan las sorpresas memorables. J.L.G.M.