Entre los varios intentos de compilar las obras completas de Rubén Darío en el siglo XX, destaca el primero, llevado a cabo por la editorial Mundo Latino, a partir de 1917 (22 volúmenes, 1917-1919). Todos realizados bajo la dirección literaria de Alberto Ghiraldo, discípulo, amigo y biógrafo de Darío y bajo la supervisión comercial de su hijo Rubén Darío Sánchez.
La colección se caracteriza por las ilustraciones de Enrique Ochoa de estética simbolista: cubiertas abigarradas y bicolores, orla de motivos florales enmarcando el título, nombre del autor y del ilustrador; y en la parte inferior, el número de volumen dentro de las Obras Completas y los datos editoriales. Las ilustraciones internas, además, siempre en consonancia estrecha con el texto al que acompañan, muy en la línea de los ilustradores franceses e ingleses.
Fue uno de los trabajos más destacados, como ilustrador, del pintor, Enrique Ochoa (1891-1978), muy reconocido por sus ilustraciones de principios del siglo XX en revistas como Blanco y Negro, La Esfera o Nuevo Mundo.