Con solo 23 años, la reportera Nellie Bly fingió locura para poder ser internada en el manicomio de la isla de Blackwell y poder exponer los abusos a los que eran sometidas las internas. El reportaje y los artículos publicados por Bly después de su encierro sacaron a la luz las vejaciones físicas y psicológicas que sufrían las pacientes de la institución mental. Muchas de las internas no padecían ningún trastorno sino que eran inmigrantes y mujeres sin recursos que carecían de apoyo social, pero el trato y las rutinas a las que eran sometidas diariamente eran suficientes para que las personas sanas perdieran la cordura.