¿Y si aprovecháramos el poder de la vergüenza como un motor vital y político?
El nuevo ensayo del autor de Andar, una filosofía.
La vergüenza es un sentimiento omnipresente en el mundo contemporáneo, un signo de nuestra responsabilidad. Podemos avergonzarnos del estado del mundo, de las propias pertenencias frente a los que no tienen nada, de la indecente riqueza de los poderosos, del modo en que asfixiamos el planeta, de las actitudes sexistas o racistas...
La vergüenza no es solo tristeza y retraimiento; también es portadora de ira, de una energía transformadora. Por eso Marx proclamó que la vergüenza es revolucionaria.
En este ensayo, Frédéric Gros recurre a autores como Primo Levi, a Annie Ernaux, a Virginie Despentes y a James Baldwin, para explorar las profundidades de un sentimiento demasiado olvidado en la filosofía moral y política.
La crítica ha dicho:
«Útil y estimulante».
Livres Hebdo
«Gros explora las raíces de la revuelta analizando las fuerzas psicológicas, sociales y políticas que hay detrás de la vergüenza. Este ensayo es también una oportunidad para repensar la vergüenza desde una perspectiva distintaa la moral, algo a lo que la filosofía se ha resistido con demasiada frecuencia. Vigorizante».
Philosophie Magazine
«Un estimulante ensayo sobre un sentimiento compartido y, sin embargo, tan diverso: el precio a pagar por un acto convertido en dogma».
Le Temps
«Gros intenta devolver un halo de nobleza a este estado de ánimo desacreditado que podría ser, de hecho, el comienzo de la sabiduría».
L'Obs
«Gros sugiere que hay un buen uso de la vergüenza, un uso revolucionario tanto a nivel íntimo como social, que haríamos mal en rechazar».
Télérama
Sobre Desobedecer:
«Admirable claridad e inteligencia. Gros rastrea con placer esa parcela de responsabilidad que corresponde a cada uno de nosotros, por nuestros silencios,por nuestras rutinas, por nuestras coartadas, en el sistema general de obediencia. Un ensayo que le gustaría a Sócrates».
Le Monde
«Gros analiza los resortes de nuestra pasividad. El ciudadano se somete por miedo, conformismo o placer. Pero también para huir de su responsabilidad. La desobediencia no está reñida con la democracia».
Libération
«Magistral. Muestra la desobediencia como un horizonte político eterno y contemporáneo al tiempo, pues resuena en las voces insurrectas de hoy».
Les Inrockuptibles