Marcan el ritmo para sus líderes, les prestan sus bicicletas, van a por bidones, comida o ropa… Se enfrentan al miedo de abrir el paso, muestran el camino y vislumbran los peligros antes que nadie. Son maestros y alumnos; siempre dispuestos a enseñar y aprender. Son padres, madres y hermanos. Se emocionan con los éxitos, aunque sean de otros. Los gregarios son una especie que nunca estará en peligro de extinción porque el ciclismo es un deporte de equipo.