Mientras Franz Kafka pasea por Berlín, oye a una niña llorar desconsoladamente porque ha perdido a su muñeca. Para intentar calmarla, se le ocurre una idea: hacerse pasar por el cartero de las muñecas y decirle que la suya en realidad no está perdida, sino que se ha ido de viaje. Este es el punto de partida de una historia emotiva que mereció el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil.