La originalidad de esta obra de teatro estrenada en Berlín en 1928, se debe a su actualidad temática y formal, basada en escenas simultáneas. Las vidas de los personajes se entrelazan y generan las conflictivas situaciones "criminales" que los tribunales de justicia debaten en el segundo acto. Su conducta fuerza los límites de la ley y la criminalidad. El panorama es duro, desolador y deshumanizado con los presuntos violadores o transgresores de las leyes fijadas y los miembros omnipotentes de un sistema judicial que abjuran de la democracia establecida y anhelan un cambio que ya se está forjando en la calle, al margen del Parlamento, y está a punto de llegar.