Vivimos en un mundo tan contradictorio como apasionante. Nunca el ser humano disfrutó de mejores condiciones de vida. La esperanza de vida no para de crecer en todo el mundo mientras conseguimos que miles de enfermedades, antes mortales, sean curables. El acceso a la cultura, la educación y la sanidad en los países desarrollados es casi universal. Hemos alcanzado el sueño que nos prometieron aquellos que diseñaron la sociedad del bienestar.
Pero hay un pero. Paradójicamente todos esos logros no se manifiestan en mayores dosis de felicidad. Nuestra vida es demasiado acelerada. Todo pasa muy deprisa y eso nos genera más angustia y más ansiedad, lo que se traduce en una vida poco satisfactoria. El hombre moderno cada vez tolera menos el dolor y tiene más dificultades para mantener la estabilidad personal y familiar. El divorcio, las adicciones, el malestar psicológico y una insostenible tasa de natalidad son algunas de las plagas de nuestro tiempo.
¿Cómo puede ser esto cierto? ¿Dónde está el problema? ¿A qué se deben tan altas dosis de frustración y sufrimiento? Tiene usted en sus manos un pequeño manual que pretende dar algunas claves sobre la etiología de este fenómeno y también sobre sus posibles tratamientos.
Sólo pretendo hacer reflexionar al lector actual y enfrentarme a sus más que llamativas contradicciones. Usted será, mi querido lector, el que me dirá si estoy o no en lo cierto.