Bukowski ha pasado a la posteridad como la encarnación de un arquetipo cultural: el escritor depravado, obsesionado con el alcohol y el sexo, perdido en mitad de un naufragio vital de hastío, horror y desesperanza. Un tipo duro, el último gran salvaje de las letras norteamericanas, retratado en sus obras a través de una convincente autoficción que ha terminado, sin embargo, por convertirlo en un misterio. Este ensayo explica parte de ese enigma: cómo el autor de Notes of a Dirty Old Man construyó su máscara pública, sus vínculos con la cultura de los clásicos y las referencias filosóficas que constituyen el sustrato de su obra, al tiempo que desvela las claves retóricas de su escritura. Pero sobre todo estas páginas reivindican su alta condición de poeta. Sus versos perduran porque en ellos se nombra a las cosas por su nombre. Parecen vulgares, pero tienen la capacidad de distanciarse de la moral del rebaño y alejarse del resentimiento. Bukowski conservó la chispa sagrada de los antiguos poetas y logró mantener encendido su fuego. Su fórmula fue el estilo y la verdad. En un mundo lleno de mentiras decidió que la única actitud digna que puede tener un escritor es ser sincero.